martes, 3 de agosto de 2010

Tecnopato en España - Salamanca y Sigüenza

Tras el ajetreado viaje a Nueva York, Honorato quería hacer un viaje más relajado, pero esta vez en plan turismo, así que decidió visitar dos ciudades españolas al azar. Abrió un atlas, buscó el mapa político de España, cerró los ojos y donde primero cayó el ala fue en Salamanca. Parecía una ciudad interesante, así que se quedó conforme y se dispuso a buscar la segunda ciudad. Volvió a cerrar los ojos y esta vez, el ala cayó en Sigüenza. Honorato no sabía mucho sobre Sigüenza, así que buscó en internet y descubrió que fue una importante ciudad en la Edad Media. Entonces, sin pensárselo dos veces, hizo la maleta, y se fue directo al aeropuerto.

Mientras tanto, Birria, que se encontraba en la cocina, haciendo la comida, decidió ir a avisar a Honorato de que pronto iba a servir el almuerzo, pero no lo encontró por ningún sitio, pues Honorato ya se había ido.

B.- Seguro que habrá ido a comprar pan, o algo. Qué amable por su parte.

Honorato cogió un vuelo directo hasta Madrid y luego alquiló un coche para ir hasta Salamanca.

 
Cuando llegó, nada más hospedarse en el hotel, salió a hacer turismo. Visitó la Catedral de Salamanca, el Ayuntamiento y demás cosas importantes de la ciudad.



Como Salamanca tiene la Universidad más antigua de España, decidió visitar la zona, pues tenía el gusanillo de vivir una auténtica fiesta universitaria, a pesar de haber decidido hacer un viaje tranquilo. Fue a la zona de los bares y cual fue su sorpresa, al ver que allí había mucha gente de Tenerife y que había Ron Arehucas. Inmediatamente pidió un ron y comenzó a agitarse compulsivamente para convertirse otra vez en... ¡¡¡ TECNOPATO !!!. La música empezó a sonar y todo el mundo bailaba con Honorato, salieron a la calle y la gente que estaba en otros bares se unió a la fiesta, colapsando las calles de la ciudad. Fue algo tan increíble que al día siguiente, Honorato se despertó dentro de una fuente y no sabía cómo había llegado hasta allí.

Cuando se despejó un poco, se tomó un café y fue a buscar el coche, pues le esperaban 4 horas de viaje hasta Sigüenza.

Cuando llegó allí, se hospedó en el hotel y se dio una ducha, pues olía bastante mal. Más tarde salió a la calle y visitó esta interesante ciudad, que parecía sacada de una película de la Edad Media.





Esta vez, Honorato se contuvo y no fue a ningún bar, porque ya había tenido bastante con lo del día anterior y además, tenía que llegar a tiempo para coger el avión de vuelta a Tenerife.

Al llegar a casa, Honorato vio a Birria sentado en la mesa del comedor, con la comida servida y cara de mal humor.

B.- ¿Dónde has estado? Me tenías preocupado. Te había preparado la comida con todo mi esfuerzo y aquí la tienes, estropeada. La próxima vez que vayas a algún sitio, quiero que me lo digas.

H.- Desde luego..., que exagerado eres. Anda, limpia eso y dame algo de cenar, que estoy hambriento.

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