miércoles, 4 de agosto de 2010

Tecnopato en España - El Hierro

Honorato estaba arrepentido. La última vez que viajó, había dicho que iba a ser un viaje relajado, sin nada de fiestas y locuras, pero no se pudo resistir y faltó a su palabra. Pensaba que no era capaz de cumplir una promesa y estaba deprimido, así que buscó un lugar que fuera bastante tranquilo para no ser tentado. Y decidió ir a la isla de El Hierro.

Esta vez tenía que avisar a Birria, pues la última vez se fue sin recordarle que regara las plantas.

H.- Oye, Birria, ¿te gustaría ir a El Hierro?

B.- Siii, ¡¡¡¡ me gustaría muchísimo !!!!

H.- Pues será en otra ocasión. Yo me voy este fin de semana. No te olvides de regar bien las plantas, ¿eh?

Y Honorato se marchó al puerto, pues iba a llevar el coche en el barco.

Decidió hospedarse en una casa rural para estar más en contacto con la naturaleza. Llegó de noche, pero la encontró fácilmente, gracias a que llevaba GPS.

Al día siguiente fue a recorrer toda la isla, pues es pequeña y le daba tiempo de verlo todo en un día.

Empezó por la zona de La Restinga, para luego ir a visitar la zona de la Ermita de la Virgen de Los Reyes, El Sabinar y el mirador de Bascos.


Luego fue a visitar el Faro de Orchilla, por donde antiguamente pasaba el meridiano cero del planeta, que luego se situó en Greenwich, dónde también estuvo Honorato en su viaje a Londres.



Honorato se entretuvo bastante con los maravillosos paisajes de la isla y como ya iba a empezar a oscurecer, decidió volver a casa y seguir al día siguiente. Y esta vez no paró en ningún bar.

A la mañana siguiente, se despertó temprano y fue directamente al mirador de La Peña, donde se podía apreciar una asombrosa vista del valle de El Golfo y de los Roques de Salmor. Luego siguió hasta el Árbol Garoé, pues a esas horas de la mañana era ideal para ver como destilaba agua
.


Luego pasó por el sitio en el que había dejado la excursión el día anterior. Una vez allí, prosiguió su camino y visitó la zona de El Golfo, dónde pudo ver cosas muy interesantes, como el Charco Azul, el Charco de Los Sargos, La Maceta, o el Hotel Punta Grande, considerado el hotel más pequeño del mundo, según el libro Guinness de los récords.



Finalmente, antes de coger el barco de vuelta, pasó por el Roque de Bonanza.



Cuando Honorato llegó a casa, estaba satisfecho, pues había logrado hacer un viaje sin armar jaleo. Aunque,claro está, El Hierro es una isla bastante tranquila y tenía la espinita clavada de saber que hubiera pasado si hubiera ido a otro lugar con más marcha.

Finalmente, comprobó que Birria había regado las plantas y se fue a su cama a descansar y a pensar cuál sería su próxima aventura.

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